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¡Valiente!

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Valiente, que bonita palabra y que a veces se usa tan poco. Valientes son muchas personas en su día a día. Valiente es un adjetivo que se debe usar más, porque decir valiente impulsa a la persona a creer más en sí mismo. Puede ser la llave de la motivación.

¡Valiente! es la nueva campaña de la Comunidad de Madrid (España) contra el acoso escolar o bullying. He encontrado esta campaña muy bonita y muy Valiente a la vez. Se trata de potenciar la denuncia ante el acoso y no el hecho de ser chivato ante los compañeros sino de ser Valiente de poder ayudar y salir de esas situaciones. La campaña va dirigida hacia los estudiantes.

Como ya hemos comentado aquí sobre el acoso escolar, se produce muchas veces a espaldas de los profesores y entorno, que en un primer momento desconocen que se está produciendo acoso. El silencio alimenta el acoso, también el miedo. Por tanto:

«Ante el acoso escolar no te calles, cuéntalo»

En este blog se ha tratado ya varias veces este tema dejo enlaces a esas publicaciones:

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El acoso escolar o bullying

En alguna ocasión he mencionado el acoso escolar o bullying en este blog, bien con algún vídeo o con algún comentario. El caso es que el acoso escolar o también llamado bullying está por desgracia muy de moda. ¿Hasta dónde queremos llegar?. ¿Cuáles son las razones de esta escala de violencia verbal o física entre alumnos?.

Entre mis experiencias profesionales con menores he tenido que parar en varias ocasiones algún tipo de acoso entre alumnos. Normalmente escogían al más vulnerable de la clase y el más líder iba a por él. Había que cortar eso. ¿Pero es siempre así?

La realidad es que no, no siempre es el más débil ni el más fuerte o al revés. En ocasiones son muchos los factores que llevan a que se produzca algún tipo de acoso. En otras ocasiones además el profesorado, padres y otros adultos es ajeno a lo que sucede ya que el acoso puede ser sutil en un comienzo y prolongado en el tiempo sin que nadie sepa lo que sucede. Pero veamos un poco más en profundidad el fenómeno.

El acoso escolar o bullying puede aparecer prácticamente en cualquier edad escolar, sea más o menos pequeño el acosador y el acosado. Puede ser una persona la acosada o un pequeño grupo, al igual que sucede con los acosadores. La prevención y educación sobre el tema en los colegios, institutos y hogares es clave. Educar en la igualdad y la aceptación a los otros es importante para evitar situaciones de acoso y maltrato entre compañeros.

El acoso escolar se produce entre compañeros de aula y es un acto que se realiza de manera repetida e intencionadamente. Aunque los adultos en la mayoría de las ocasiones desconocen hasta que no es muy evidente el acoso, los compañeros suelen conocer la situación que se desarrolla en la clase.

¿Por qué se acosa?. Los motivos pueden ser variados: por que sea alguien nuevo en el colegio o la clase, porque sea de otra cultura o país, porque físicamente sea diferente al resto, porque saque buenas o malas notas, y por muchos otros motivos.

La consecuencia es que la persona acosada siente rechazo grupal y temor a la persona/s que le acosan o intimidan. Las consecuencias pueden ser graves para quién realiza esas acciones, para quién lo recibe y también para aquellos que lo ven o lo conocen y no hacen nada para evitarlo

Los casos de acoso escolar pueden empezar con bromas, en un principio sin mala intención.  Se puede reflejado en acciones como: golpear, empujar, amenazar, insultar, burlarse, hacer el vacío a esa persona, no incluirle en el grupo, enviar notas, emails, mensajes de texto por el móvil o redes sociales. También ridiculizar, poner motes, difundir rumores, robar…

Respetando a los demás, sus derechos y nuestros derechos se puede evitar el acoso. Callarse no es la forma de parar el acoso, ya que éste se alimenta del silencio.

Se pueden distinguir tres grupos dentro del acoso escolar. Estas son algunas de sus características y consecuencias:

EL AGRESOR O AGRESORES:

  • Aprenden la agresión verbal o física como parte de su conducta.
  • Reconocimiento social dentro del grupo a causa del miedo.
  • Ese tipo de conducta aparece en otras situaciones.

LA VÍCTIMA:

  • Fracaso y dificultades escolares.
  • Alto nivel de ansiedad y malestar.
  • Fobia escolar.
  • Baja autoestima.
  • Tristeza.

ESPECTADOR O ESPECTADORES:

  • Aprenden esta forma inadecuada de comportarse.
  • Observan conductas inapropiadas y hacen que se repitan más.
  • Falta de sensibilidad ante el sufrimiento de otros compañeros.

La empatía o ponerse en el «lugar del otro» ayudará también a frenar el acoso. Sentir sus emociones como si fueran las nuestras. Si ves acoso escolar no te calles ya que nadie merece ser acosado. Lo importante es respetar, no pegar, devolver ataques sino expresar como uno se siente y pedir ayuda.

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Conociendo la exclusión social

Hace como un año y medio estuve dando unas charlas en un colegio a adolescentes sobre exclusión social, violencia y otros temas. Nos llamó la atención la ignorancia de estos chicos y chicas sobre algunos temas como estos.

La exclusión social se caracteriza por dejar al margen de la sociedad  aun grupo, pequeño o grande, de persona por razones normalmente económicas o de cánones que no entran dentro de lo que se estipula normal en la sociedad.

La pobreza es el factor más frecuente de exclusión que existe, ya que hace que esas personas ya no puedan acceder a todos los recursos que la sociedad facilita y a la vez ella misma hace que la exclusión sea más profunda. Siguiendo esta línea, la exclusión social no es característico de un país u otro. Aunque queda claro que hay países en los que es más visible, en otros se trata de una realidad oculta que se trata de tapar aunque en los países desarrollados es más que notable en muchas ocasiones. Siendo una realidad oculta, disimulada o tan evidente que no es posible ocultar de ninguna forma, es una realidad que afecta a millones de personas en el mundo. Siendo está una realidad triste para la cuál son necesarios los medios que hagan falta para paliar y resolver estos problemas al menos en las distancias cortas.

Lo que va a establecer la exclusión social además de dejar fuera de la sociedad a estos grupos excluidos, también genera situaciones de desigualdad mantenidas a lo largo del tiempo. Por tanto siendo la relación de la exclusión social con la marginación, una relación directa.

Hace poco leía que millones de personas estaban en riesgo de exclusión, lo que significa que poniendo los medios necesarios se podría evitar que llegaran a no formar parte de la sociedad siendo excluidos de ella. De igual modo se podrían poner los medios necesarios para acoger, educar, asesorar y ayudar a las personas que ya se encuentran en esta situación.

Barreras invisibles son las que aparecen para las personas que se encuentran en situación o riesgo de exclusión social. Barreras que impone la sociedad que continua su camino sin  mirar a quién afecta. El acceso a los recursos es un bien caro para muchos y la inclusión de manera normal en la sociedad a todos los niveles debe ser una meta a conseguir en el futuro.

A continuación os dejo una imagen muy ilustradora de este tema y otros similares. Los conceptos de exclusión, segregación, integración e inclusión en ocasiones se confunden y creo que este dibujo es muy ilustrador de lo que sucede.

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Estos términos están muy a la orden del día sobretodo en lo relativo a la educación. El objetivo siempre debe ser la inclusión nunca la exclusión que aparta por completo, o la segregación que hace que aparezcan pequeños grupos en relación a los grupos que no quieres incluir en la sociedad. El paso más cercano seguramente sea la integración, el intento de aceptación de las personas que no cumplen las normas que se consideran en la sociedad o no entran dentro de esas barreras invisibles de las que se hablaba antes. La integración es un paso cercano, el paso final es la inclusión.

Por tanto todos debemos poner de nuestra parte en la medida posible, y no poner barreras invisibles a uno y otro lado.

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Una de cortos: Silencios

Esta vez os dejo un corto mensaje sobre el Bullying o el acoso escolar. Se trata de Silencios. Un proyecto escolar del IES Augusto González de Linares en Peñacastillo, Santander (España). Es importante que surjan proyectos como este o parecidos para concienciar a los alumnos tanto de colegio como instituto de este problema. Por lo tanto enhorabuena por proyectos así.

El corto silencios se basa en la historia de una chica que sufre acoso escolar. Dura 5 minutos 40 segundos, suficiente tiempo para un corto. No desvelaré mucho más del cortometraje para que lo podáis disfrutar.

El acoso escolar o bullying como ya he dicho en ocasiones anteriores en este blog, es un problema que se da en todas la clases sociales y que puede afectar no sólo a esa persona o personas que se consideran débiles en una clase. La prevención y en su defecto detección del problema a tiempo son fundamentales. La educación en valores y compañerismo ayudarán a prevenir este problema que en muchas ocasiones puede pasar desapercibido. Lo mejor si eres compañeros y ves que otro sufre acoso, denuncia ese acoso. No participes en él sólo por sentirte integrado.

STOP BULLYING

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Cuentos para pensar: El traje del emperador

Esta vez un cuento que a mí siempre me ha gustado. Recuerdo una vez que lo usé con un grupo de niños para trabajar la mentira y la confianza, fue todo un acierto y gustó mucho. Espero que también os guste tanto como a ellos. El cuento nos habla de la importancia de decir las cosas a veces aunque no nos guste escucharlas o decirlas, también de las apariencias. Aparentar lo que no se es, o lo que no se tiene al final sólo perjudica y no ayuda nada.

Este cuento es El Traje del emperador o  también se llama El rey desnudo escrito por Hans Christian Andersen.

El traje del Emperador (Hans Christian Andersen)

Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.

No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice de un rey: “Está en el Consejo”, de nuestro hombre se decía: “El Emperador está en el vestuario”.

La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre y bulliciosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.

-¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Nada, que se pongan enseguida a tejer la tela-. Y mandó abonar a los dos pícaros un buen adelanto en metálico, para que pusieran manos a la obra cuanto antes.

Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, que se embolsaron bonitamente, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada la noche.

«Me gustaría saber si avanzan con la tela»-, pensó el Emperador. Pero había una cuestión que lo tenía un tanto cohibido, a saber, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; sobre este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz.

«Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él».

El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nos ampare! -pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, no soltó palabra.

Los dos fulleros le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos el color y el dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, pero sin ver nada, puesto que nada había. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela».

-¿Qué? ¿No dice Vuecencia nada del tejido? -preguntó uno de los tejedores.

-¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha gustado extraordinariamente.

-Nos da una buena alegría -respondieron los dos tejedores, dándole los nombres de los colores y describiéndole el raro dibujo. El viejo tuvo buen cuidado de quedarse las explicaciones en la memoria para poder repetirlas al Emperador; y así lo hizo.

Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo fue a parar a sus bolsillos, pues ni una hebra se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en las máquinas vacías.

Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza a inspeccionar el estado de la tela e informarse de si quedaría pronto lista. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el telar no había nada, nada pudo ver.

-¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron los dos tramposos, señalando y explicando el precioso dibujo que no existía.

«Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo que tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía, y ponderó su entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquel soberbio dibujo.

-¡Es digno de admiración! -dijo al Emperador.

Todos los moradores de la capital hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre los cuales figuraban los dos probos funcionarios de marras, se encaminó a la casa donde paraban los pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni hilados.

-¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos honrados dignatarios-. Fíjese Vuestra Majestad en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela.

«¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso».

-¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me gusta, la apruebo-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada.

Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, pero ninguno sacaba nada en limpio; no obstante, todo era exclamar, como el Emperador: -¡oh, qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela en la procesión que debía celebrarse próximamente. -¡Es preciosa, elegantísima, estupenda!- corría de boca en boca, y todo el mundo parecía extasiado con ella.

El Emperador concedió una condecoración a cada uno de los dos bribones para que se las prendieran en el ojal, y los nombró tejedores imperiales.

Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos embaucadores estuvieron levantados, con dieciséis lámparas encendidas, para que la gente viese que trabajaban activamente en la confección de los nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el vestido está listo!

Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron:

-Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, mas precisamente esto es lo bueno de la tela.

-¡Sí! -asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada, pues nada había.

-¿Quiere dignarse Vuestra Majestad quitarse el traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo?

Quitose el Emperador sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, la cola seguramente; y el Monarca todo era dar vueltas ante el espejo.

-¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje precioso!

-El palio bajo el cual irá Vuestra Majestad durante la procesión, aguarda ya en la calle – anunció el maestro de Ceremonias.

-Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? – y volviose una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que veía el vestido.

Los ayudas de cámara encargados de sostener la cola bajaron las manos al suelo como para levantarla, y avanzaron con ademán de sostener algo en el aire; por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada. Y de este modo echó a andar el Emperador bajo el magnífico palio, mientras el gentío, desde la calle y las ventanas, decía:

-¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!

Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél.

-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.

-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

-¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!

-¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.

Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.

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